La sumisión (y el porvenir está en los huevos): Pensar contra la corriente de los tiempos es una heroicidad. Decirlo en voz alta, una locura
En esta disparatada farsa, Ionesco narra la historia de un joven llamado Jacobo que, desencantado del mundo que le rodea, languidece tirado en un sofá, negándose a formar una familia. Sus padres intentarán dominar la desobediencia del joven instándole a casarse y tener muchos hijos. En un afán de rebeldía, Jacobo se niega a hacerlo a no ser que sea con la mujer más fea del mundo, pero los padres contraatacan presentándole a Roberta, una chica con tres narices, que termina seduciéndole.

Hace 70 años se estrenó en Francia ‘La Sumisión’, una comedia patrimonio de la escena del siglo XX considerada una de las grandes obras del teatro del absurdo. Obra polémica, como era habitual en la trayectoria del autor, por su detracción rabiosa del conservadurismo, del sometimiento del individuo, del abuso de poder, del desastre ético que nos gobierna. “Alegato universal contra el conformismo colectivo. El público pasa de la risa al estupor en cuestión de segundos”, ha dicho un crítico.

Interpretada por Francisco Negro, Mayte Bona, Felipe Santiago, Carolina Bona, Mamen Godoy y Santiago Nogués, bajo la dirección de Francisco Negro (adaptación del propio director)